sábado, 12 de febrero de 2011

(G)


Gabriela abusa de mí todas las galaxias,
bebe de mis muñecas ensangrentadas de nostalgia
y hace que mi alma se merme en su cuerpo de durazno;
me rompe los ojos para que tenga que inhalar en esas
largas noches,
suda demonios en mis sueños
y me lleva al limbo tornasol del placer.

Gabriela cocina focas y perversiones
para que no falte comida cuando nos perdamos en la
orilla del mundo quimérico;
me hace vivir en la Isla Galápagos
y dejar huellas de gato para no perder el rastro
que humildemente me conducen a la inmortalidad.

Gabriela muele pastillas para dormir en mi sangre,
cosiendo buenas alucinaciones y alargando mi muerte
enferma a sus senos de papel;
cree en estelas bimetálicas, que engendran niños
celestes y sonrisas petrificadas en piedras gigantes.

Gabriela me regala esquirlas de lluvia, para cuando las
lagrimas que desbordo en la ciudad de las luces
apagadas no me alcancen y deja que le escriba poemas
en la piel, usando mi saliva cómo tinta, hasta que los
cuervos griten que no pueden gemir más.

Gabriela hace que recuerde cada parte de su cuerpo con
cada parte de mi cuerpo, incrusta una crisálida en cada
exhalación de mi corazón;
me lleva a caminar varias millas acuáticas
dentro de sus ojos y me muestra la lluvia de arena
que cubre mi soleado cuerpo para sanarme.

Gabriela le levanta la falda a la noche
para descubrir las cenizas de la memoria
las remueve hasta encostrar mis ídolos ebrios intactos;
me lleva a lugares donde dibujan el alma
por menos de una sonrisa
y sabe cómo se deben plantar las casas
para que crezcan antiguas.

Gabriela prepara salsa de estrellas eléctricas
para adornar la cama donde creamos mundos diáfanos
y recortamos arritmias para no perder la locura
en nuestra soledad.

Nunca me ha dicho cómo se llama,
pero sonríe cuando le digo así
y sus dientes se clavan en mi nacimiento.





Jesús Gallegos "Mosca"



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